Accionar es una fiesta

Isabel León, 85 garbanzos, 2018

Por Roma Vaquero Diaz

La artista Isabel León cuenta a Mundo Performance cómo el arte de acción se convirtió en parte fundamental de su vida y las decisiones que tomó para adaptar su hacer en tiempos de pandemia.

La voz de Isabel León es franca, generosa y clara. Sus palabras tiran del hilo de las ideas y me ofrece respuestas que encuentro cercanas, como si la conociera desde siempre. Afuera suenan pájaros y árboles.

Isabel nació en Cáceres, España. Estudió Bellas Artes y su camino hacia el arte acción fue un trayecto de capas y descubrimientos. Fue escuchando los lenguajes, las disciplinas y a ella misma hasta escuchar la voz de la performance. Aunque desde esos primeros años en Bellas Artes ya se interesaba por el cuerpo: “En dibujo, pintura, escultura, siempre buscaba la figura humana. Creo que siempre ha habido un interés en el cuerpo. Pero creo que, en los últimos años, cuando realicé lo que yo llamaba autorretratos, fue el comienzo de mis acciones. No era consciente, pero eran foto y videoacciones. Seguía presente el interés en el cuerpo, pero tenía una necesidad de reflexionar sobre mí, sobre yo como individuo, como mujer, como cuerpo, como ser en este contexto, en este planeta, en esta sociedad.”

En ese tiempo tuvo una asignatura con el maestro y performer Bartolomé Ferrando, y aunque fue una de sus asignaturas favoritas, no sintió que por allí pudiera ir su carrera profesional. “Lo curioso fue que cuando hice limpieza y tiré todos los apuntes de la facultad, los de esa asignatura fueron los únicos que conservé”, cuenta Isabel.

La Pupa – Isabel León. Autorretratos fue una de las primera tomas de contacto de la artista con su cuerpo y su cotidianidad.

Decidirse por la performance

2007 es el año en el que Isabel León decide que su lenguaje es el lenguaje de la acción.

“Es muy importante para mí tener fechas exactas de cuando decidí dedicarme a la performance -me dice-. Fue en el 2007, en un festival de performance en vivo y de videoacción al que fui invitada en el Museo Vostell Malpartida, ubicado en Cáceres, España.” Este museo fue fundado en 1976 por Wolf Vostell y cuenta con tres colecciones de arte contemporáneo. Entre ellas, la Colección Wolf y Mercedes Vostell y la Colección Fluxus. Allí la invitaron a León a presentar una videoacción o una acción en vivo. “Y yo dije: bueno, voy a hacer una acción en vivo que hace mucho que no hago, desde que acabé la carrera, ¡y me apetece! Hice esa acción y fue para mí reveladora, porque justo me di cuenta que ese era mi lenguaje. Tenía una necesidad muy fuerte de deshacerme del objeto artístico, estaba cansada de producir fotografías que quedaban almacenadas en mi casa y de pronto descubrí que lo que me interesaba realmente era la experiencia. Fue muy revelador, porque a partir de ahí me enfoqué en el que, desde entonces, es mi lenguaje. El lenguaje de la acción”. afirma Isabel, iluminada, marcando un antes y un después en su carrera.

A partir de ese momento continuó realizando acciones, asistiendo a cursos, entre ellos uno propuesto por Esther Ferrer, que fue muy importante para su camino. Pero sobre todo ,dice: “Practicar, practicar, practicar; ver, ver, ver; y poco a poco se va configurando tu lenguaje, el propio lenguaje y vas teniendo claro qué es lo que te interesa”.

Cada día – Isabel León. 2019

Isabel León se dio cuenta que la conexión entre su trabajo artístico y su vida es muy fuerte, muy estrecha y que los asuntos que le importan en el arte son los mismos que le importan en la vida. “Me interesa aquello muy basado en el aquí y en el ahora -reflexiona-. Mi trabajo es muy del momento presente, de cómo estoy en cada momento, qué siento. Trabajo mucho con la inmediatez, con la intuición, me interesa mucho liberar al proceso creativo de la parte intelectual y trabajar más desde lo visceral, desde lo formal, desde lo emocional y dejar que el sentido aparezca después, porque al final todo tiene sentido. No es siempre así, obviamente. Hay veces que trabajo a partir de una idea, pero normalmente es mucho más espontáneo, mucho más intuitivo y con los años va siendo más así, por así decirlo, ¿no?”. Y añade: “Me interesa utilizar los mínimos recursos materiales posibles, especialmente si puedo tenerlo en casa o encontrarlo. Sí que a veces tengo que comprar materiales y tal, pero me interesa mucho el trabajar con lo que tengo. Consumir y generar los menos residuos posibles.”

Una práctica creativa anárquica

La rutina diaria y metódica de práctica artística no es algo que surja naturalmente en el hacer de Isabel León. Sin embargo, al escucharla puedo advertir que ella tiene una forma propia, una rutina con procedimientos y ritmos propios que le permiten estar presente. “No tengo cada día una hora o dos o tres o cuatro o cinco de trabajo creativo tal cual -relata-. Muchas de mis ideas vienen cuando me estoy despertando por la mañana, me vienen esas imágenes y a lo mejor las apunto, y en algún momento retomo esas ideas y las rescato para alguna acción, pero no tengo una rutina diaria. De hecho, envidio a esos artistas metódicos que se van a sus talleres y tiene sus horas de trabajo creativo ahí fijas. Yo no. Pero me doy cuenta que conforme pasan los años realmente es algo que está presente en mí todo el rato. O sea, no me pongo en modo voy a trabajar, pero sí mi cabeza, mi actitud, mi cuerpo, están atentos a lo que sucede a mi alrededor y tomo notas, tomo notas mentales, me estimulo. Está presente constantemente. Pero no tengo una rutina diaria”.

León trabaja con la intuición, con el momento presente, con el fluir libre de la conciencia. Su trabajo nace a partir de la necesidad de realizar algo y la propia acción le va dando el sentido, el punto de partida a veces suelen ser las imágenes visuales. “Mi estímulo para crear son imágenes de algo que quiero hacer. Es un impulso, una necesidad de realizar algo. Es muy visceral, muy intuitivo. A partir de esa imagen armo la acción, depende de lo rotunda que sea la imagen será el todo de la acción o sólo una parte. Pero siempre es como un estímulo formal, por así decirlo, y conforme voy sintiendo qué quiero hacer, poco a poco va llegando el sentido de lo que quiero hacer, por qué quiero hacer eso. La propia acción me va dando sentido. No me gusta que mis acciones tengan un significado muy obvio, aunque a veces puede tenerlo, pero me gusta que luego cada persona que la vea saque su propia interpretación, su mensaje o no”, afirma Isabel mientras sostiene que le gusta que esa razón personal, que la ha movido a hacer esa acción, se quede para ella y de esa manera hacer lo que siente que tiene que hacer.

En 2015 tuvo una crisis porque sentía que no había mucho movimiento y podían pasar meses sin que realizara un trabajo creativo. “Me pasaba el tiempo haciendo trabajo burocrático para pedir becas, ayudas, etcétera -agrega-. Tengo un problema como artista y es que me cuesta trabajar si no tengo una presión, por así decirlo. Trabajo mucho bajo presión, bajo un objetivo: una invitación, un festival o bajo un proyecto en el que estoy trabajando con otras personas. En ese contexto trabajo muy bien. El problema es cuando no tengo esa presión. En el 2016 me autoimpuse una obligación y así nace el proyecto de las mini videoperformances. En realidad, lo que yo quería era hacer, hacer y hacer”.

Mini videoperformances – Isabel León. 2016

Desde el 2016 trabaja cotidianamente bajo esta “presión autoimpuesta” y le ha servido para trabajar cotidianamente cuando no tiene una invitación a un festival o cualquier otro tipo de circunstancia donde se encuentre comprometida. Esto le permite circular por momentos de mucha producción, concentración y creatividad, y por otros momentos de mayor tranquilidad. “Es muy anárquica mi manera de trabajar. Y tengo esa rutina cuando me la he autoimpuesto, como con las mini videoacciones”, señala.

Después de la fiesta

Después de la fiesta. Restos orgánicos e inorgánicos es un proyecto artístico realizado por Isabel León para La Empírica, un espacio cultural de Granada, España, e inaugurado el 13 de febrero de este año. En esta exposición se cruzan la acción, la instalación y el registro en video como una explosión de la celebración y el después, intentando ubicarnos en un entre que no permite separar lo efímero de lo material, ni la acción del objeto.

La artista relata que este proyecto venía gestándose hace muchos meses y que básicamente la idea era la de crear una instalación a partir de la acción: “Yo visualizaba una sala donde quedaran restos de acciones. La necesidad surge de cuando realizas una performance, por ejemplo, en un festival o en un encuentro, y cuando acaba la acción sales de ella y de pronto ves lo que ha quedado de tu acción cuando luego tienes que limpiar y recoger para que venga otro artista o lo que sea. Me daba pena a veces recogerlo, me gustaba la idea de que se quedara ahí.” Así, continúa diciendo que, aunque sabe que esa no es una idea de ella y que hay muchos proyectos expositivos acerca de esto y muchas investigaciones en relación al registro, al resto, al residuo de la acción; le interesaba crear un proyecto donde el resto de la acción fuera el protagonista. “Surgió esta posibilidad, porque en esta sala donde he expuesto en Granada, tenía una exposición montada el año pasado que se tenía que haber inaugurado el 13 o 14 de marzo, un día antes de que empezara el confinamiento en España -explica-. Estaba ya montada la exposición conformada por las mini videoperformances, todo listo para inaugurar y nunca llegó a inaugurarse. Ahí en la sala, como todo el mundo, estaban esperando a que llegara un momento propicio para poder retomar las actividades expositivas. La sala empezó a hacer alguna exposición colectiva, para ir activando, con unos horarios extrañísimos y súper restrictivos, porque no querían invitar a ningún artista que expusiera en esta circunstancia tan difícil, con tan pocas posibilidades para mostrar.” Isabel comenta que después de casi un año de esperar, se dio cuenta de que no podía esperar más a que las circunstancias fueran perfectas, y que sentía una necesidad muy grande de hacer algo en vivo luego de un año de realizar videoacciones en casa; tenía el deseo de sumergirse en una acción sin ningún límite de tiempo y poder accionar con todo el cuerpo, moverse y caminar. Por lo cual, le propuso este nuevo proyecto a la sala y La Empírica aceptó con mucho gusto.

Después de la fiesta – Isabel León. 2021

“A partir de esa idea principal de accionar y a través de la acción dejar un residuo que fuera interesante como instalación, decidí revisar mi trabajo a lo largo de todos estos años -cuenta-. El proyecto es una amalgama de pequeñas acciones encadenadas basadas en acciones que ya he realizado. Algunas son prácticamente iguales y otras están cambiadas.” Por lo cual, este proyecto le sirvió para revisar su trayectoria de acciones y su relación con lo objetual. En cuanto a los objeto y materiales, Isabel prefiere los objetos cotidianos y caseros “Nada complicado, nada difícil de encontrar, nada caro, todo es como muy accesible y me interesa mucho eso, cómo cualquier objeto puede transformarse.”

Es interesante cómo la escucha de León es parte no sólo del momento de pensar las acciones, sino que continúa atenta a lo largo del montaje, lo cual le permitió tomar algunas decisiones que fueron modificando las posibilidades del proyecto. “La exposición, en un principio, se iba a llamar Restos orgánicos e inorgánicos, porque estaba basada en esa revisión o en esa reflexión sobre el objeto y el resto que queda una vez accionado. Cuando tenía todo montado para grabar el video, me di cuenta que ya así era una instalación. Para mí ya tenía un interés visual, formal y conceptual. Me di cuenta que era como una ginkana en la que yo iba a realizar diferentes pruebas, diferentes acciones en cada punto”, detalla. Así decidió que iba a registrar todas las acciones continuadas. Al llegar los dos cámaras, les contó que iba a realizarlo de esta manera, que no iba a parar, que grabaran lo que fuera y les contó el recorrido que pensaba hacer. “El caso es que estuve accionando por dos horas -continúa Isabel-, y entré en un trance maravilloso, disfruté muchísimo, sentí esa sensación de accionar con toda la presencia y con todo el amor en realidad, ¿no? Eso que se siente cuando estás ahí presente, total, perdí la noción del tiempo. Yo creía que había estado como una hora accionando y cuando me dijeron que había estado dos, no me lo creía. Disfruté muchísimo que no hubiera ninguna presión de tiempo ni de espacio. Las únicas personas que estaban allí en la sala eran los dos cámaras y mi pareja que estaba ahí ayudando con el sonido. Estuve accionando para tres personas, pero sentí como si hubiera estado en el festival más importante, rodeada de cientos de personas, era como una sensación de subidón muy grande.”

Este momento León lo había registrado con una foto antes de comenzar y con otra foto luego de accionar, y a través de ellas pudo encontrar el sentido y el impacto de esta experiencia. “Hablando con una amiga, me dice: parece como cuando preparas en tu casa una fiesta con todo colocado, todo doblado, las servilletitas, los platos y cuando se acaba la fiesta está todo ahí por los suelos. Parece que es después de una fiesta. Cuando me dijo esa frase, resonó totalmente y la elegí como título, porque me di cuenta de que, a pesar de toda esa reflexión del objeto, de la instalación, de sacar la acción a otro contexto, lo que quería era accionar y que cuando estaba accionando sentía que estaba en una fiesta”, recuerda. Y agrega: “Aunque en el video salgo muy seria y todo eso, porque me concentro mucho y estoy muy metida, en realidad estaba disfrutando y me gustó mucho esa idea de equiparar accionar con estar en una fiesta, por eso se titula así la exposición. Es lo que queda después de la fiesta que yo tuve, conmigo misma y con los tres que estuvieron allí conmigo.”

 

Cuerpo y arte en tiempos de pandemia

En relación a la situación de pandemia, Isabel León sostiene que no se puede esperar más a que las circunstancias sean las idóneas, que hay que adaptarse y hacer. Compartir lo que tenemos como podamos. “En la exposición mi idea original era poner un video resumen de acciones -relata-, pero después de la experiencia que tuve, el video que está proyectado en la exposición es el video completo de las dos horas accionando. Creo que nadie lo ve entero, pero para mí tenía sentido que fuera en tiempo real, las dos horas que dura la fiesta. Paralelamente hice un video más cortito de siete u ocho minutos, resumen un poco de lo que sucede ahí, para quien no quiera ver el video entero tenga la oportunidad de saber de dónde llegan todos esos objetos. Me gusta buscar el punto entre no ser muy explícita, ni muy didáctica, ni explicarlo todo, pero tampoco quiero ser demasiado hermética, ni quiero hacer que mi trabajo sea muy duro. Quizás por eso a veces uso materiales cotidianos y tan cercanos, porque es como de alguna manera quitarle hierro al trabajo en sí y dejarlo más accesible.”

Añade que ahora mismo no nos queda más remedio a quienes trabajamos con el cuerpo y el arte vivo que abrirnos a esa relación corporal a través de la pantalla; “Está claro que no es lo mismo, es imposible sentir y experimentar lo mismo en una acción en vivo, tanto para quien la hace como para quien la ve, que a través de una pantalla. Esa experiencia yo creo que cuando podamos volver a realizarla vamos a cogerla, yo creo que todo el mundo, con muchísimas ganas, porque con casi todas las performers y los performers con los que hablo están igual, ¿no? Deseando poder accionar en vivo. Pero al mismo tiempo, esta situación en la que hemos tenido que trabajar y seguir trabajando, compartiendo lo que hacemos a través de una pantalla nos está ofreciendo otras posibilidades, las de cambiar códigos. Pero para mí todas las dificultades, condiciones, restricciones de todo tipo en general me sirven de estímulo creativo. El ahora tener que pensar una acción que vas a hacer en una cámara, pues es lo mismo que cuando vas a hacer una acción por ejemplo en un espacio, no es lo mismo en un espacio abierto en la naturaleza que en una sala completamente blanca o que en un teatro con un escenario, tu cuerpo se tiene que adaptar a ese espacio en el que tienes que trabajar, y bueno el espacio que tenemos ahora pues es este.”

Doce pasos en blanco y negro – Isabel León. 2020

Isabel se detiene reflexionando y afirma que, tal vez, está intentando encontrarle el lado positivo a esta situación, al igual que lo hace en su vida diaria, ya que extraña mucho el contacto físico, tanto como el accionar frente a un público. En octubre del 2020 realizó la acción Doce pasos en blanco y negro en el Museo Vostell Malpartida, y fue muy interesante para ella, pero al mismo tiempo se encontró con que la gente estaba sentada en sillas a una distancia grande de ella y del espacio de la acción. Esa situación la entristeció un poco. Además, tuvo que readaptar la idea ya que no podía acercarse al público. “Siempre que he podido, me he relacionado directamente con el público y ahora eso no se puede hacer, en mi caso pues me afecta, pero bueno, nos adaptamos”, finaliza.

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