
Fotografía b/n.
Por Enrique Lista
I
Comienzo la entrevista planteando tres bloques temáticos, que encabezo con tres conceptos que pueden parecer polémicos, pero que considero de forma positiva y han estado ya presentes en varias entrevistas y textos sobre su trabajo: anarquía, azar y absurdo.
En cada bloque expondré el modo en que quisiera usar esos conceptos como marco de la entrevista, para dirigirme a la cuestión central que me gustaría tratar en la misma: la relación entre el medio fotográfico y el arte, en lo que se refiere al proceso de introducción de la fotografía en las prácticas del arte conceptual y del cuerpo, y de forma específica en su trabajo. Este no solo sitúa una posición excelente para entrar en dicho debate, sino que también tiene particularidades que no acaban de encajar en el relato más consensuado sobre la introducción de la fotografía en el arte contemporáneo.

Fotografía b/n + monedas. 61×52 cm.
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Anarquía
La palabra anarquía es inseparable de sus usos y connotaciones políticas, pero también tiene relación con el arte de vanguardia (en casos como Dada o Fluxus), y con el popular (como en el movimiento punk). Centrando la cuestión en el terreno que quisiera indagar en esta entrevista, el uso que las prácticas del arte conceptual y del cuerpo comienzan a dar a la fotografía en los años 60 y 70 es también, de alguna manera, un uso ácrata, en tanto que no se atuvo a las normas de la fotografía más purista y a sus aspiraciones de legitimidad artística. Este uso alternativo de la fotografía se parecía más a los usos populares que a las copias virtuosas destinadas a las paredes de museos y galerías. Como en el punk, se estaba más cerca del “hazlo tú mismo” que de la imitación de cualquier modelo académico. Cuando al principio de su trayectoria artística comenzó a usar la fotografía, ¿en qué medida lo hacía de una forma intuitiva o en qué medida seguía referentes más o menos canónicos de arte fotográfico?
No soy fotógrafa, nunca he hecho una fotografía, ni he tenido, ni tengo, una cámara fotográfica. Si comencé a utilizar la fotografía fue porque me parecía el medio más eficaz para las obras que quería hacer. La primera fue El tiempo pasa, para ella fui a un estudio de fotos de carné de identidad, me hicieron la foto, encargué quince copias del tamaño de una foto de identidad normal y empecé a trabajarlas: dibujando, cortándolas, etc., acompañadas de un pequeño texto cada una (esto fue a principios de los años 70). Años más tarde volví a repetir, pero esta vez recurrí a un fotógrafo para que me hiciera un retrato, igualmente como una foto de identidad, pero en este caso para ampliarla a tamaño real para Mis labores, serie de fotos de mi cara intervenida, sobre todo cosida. En ningún momento me pensé, ni me pienso, como fotógrafa.
Lo que quiero decir es que para mí la foto es fundamentalmente ‘un soporte’ sobre el cual trabajar, sin ninguna pretensión de que sea una magnífica foto, no, lo único que quiero es que sea el vehículo eficaz de una idea. En Mis labores se trataba la identidad social de la ‘mujer’, pregunté a varias amigas si me permitían que el fotógrafo les hiciera una foto, pero cuando les explicaba que iba a romperlas, coserlas, etc. les daba reparo, fue la razón por la que decidí trabajar con mi propia imagen, me daba una libertad total, y el trabajar con un fotógrafo me liberaba también de todos los problemas técnicos. Es decir, que en mi caso no fue un acto contestatario, porque creo que puedes ‘apropiarte’ de cualquier técnica, método etc. que desees, lo domines o no. Me paso la vida haciendo cosas que no sé hacer, la fotografía es una de ellas, recurro a ella cuando la necesito. Para mí el arte es una vía de conocimiento en todos los sentidos, aprendo mucho trabajando, porque no sé hacer casi nada.

Fotografía b/n + collage + texto. 3×21 cm.
Al hilo del uso no virtuoso del medio fotográfico, Jeff Wall analizó como la tendencia al reduccionismo en el arte moderno no podía tener su paralelismo en la fotografía, por la función de representación que se le asocia, de modo que se recurrió precisamente a la amateurización, en la medida en que esta respondía a la tendencia moderna hacia el no-arte, pero también a la abolición de la distinción entre alta y baja cultura. Podríamos añadir que desdibuja la separación entre arte y vida. ¿De que manera pueden interpretarse sus propuestas fotográficas (en paralelo al resto de su trabajo) como una forma de transitar con naturalidad entre arte y vida?, ¿es el medio fotográfico un buen conmutador para dar este salto en las dos direcciones?
Es que yo no transito entre el arte y la vida, ¿cómo separarlos? La vida es, ‘pasar’ que diría Machado, ya lo sabemos, y en este pasar el arte viene conmigo, me acompaña de forma natural, tanto cuando trabajo la fotografía como cuando hago un dibujo sobre la serie de números primos. Naturalmente la fotografía es concreta, parece, solo parece, que atrapa una realidad perceptible, que existe materialmente, sobre todo en la forma que yo la utilizo, sin artificio o manipulación. La serie de los números primos, por ejemplo, es una abstracción, que me aleja del ‘mundanal ruido’, es una ‘realidad pensada’, pero igualmente forma parte de mi vida, sin ruptura.

Fotografía b/n – collage. 3×22 cm.
Si en su momento se usó la fotografía como documentación de propuestas artísticas que no buscaban la producción de objetos más o menos sagrados, es cierto que no se tardó en convertir esos ‘documentos’ en ‘obras’. Entre otras autoras, Martha Rosler analizó esta revalorización y sus procesos, impulsados por agentes distintos a las artistas… Pero tal vez ellas mantuviesen (y mantengan) una relación menos reverencial con la fotografía. Hablando de la exposición de sus maquetas en la galería àngels barcelona, se refería a ellas como ‘apuntes’, no como ‘obras de arte’. ¿Qué paralelismo habría entre este modo en que entiende sus maquetas y el modo en que entiende sus fotografías?, ¿qué distintos modos de entender la fotografía manejaría en los distintos usos que hace de la misma: collages, fotografías intervenidas, fotogramas, etc.?
En realidad, la maqueta para mi es lo más importante, es donde me siento completamente libre en el hacer y en el inventar, si la maqueta funciona, es perfecto, se haga o no se haga ‘la obra’: instalación, foto, dibujo etc. En el caso de la performance, quizás tendría que hacer una excepción, porque si la partitura que hago puede ser el equivalente de la maqueta, la acción es ‘live’ y tiene elementos para mi muy importantes, por ejemplo el que la obra se realiza, se visualiza verdaderamente en el presente, y además que la acción, tal como yo la entiendo, se puede transformar in situ, evolucionar de forma inesperada, tiene vida propia. Cuando las realizo, tengo que estar abierta a toda eventualidad, pase lo que pase, se desarrolle como se desarrolle, es la obra. Siempre digo que lo que pasa durante una acción es más importante que lo que yo había decidido hacer.
Volviendo a la cuestión de modos de entender la fotografía según la obra, como no soy fotógrafa no tengo una idea preconcebida de lo que es bueno, malo o peor en fotografía, todo lo que me sirve para expresar lo que quiero decir, es bueno, es válido si es eficaz, pero no me digo “voy a hacer un collage”, o un fotograma, no, la idea me lleva a la técnica.
A veces el tema me lleva a incluir un elemento real, monedas, letras, una tarjeta de crédito por ejemplo, en estos casos forzosamente hay un collage, otras requiere que dibuje encima o escriba. Quizás mi falta de conocimiento de lo que es la fotografía me da libertad para permitirme cometer algunos ‘sacrilegios’ sin mala conciencia… mi madre a veces nos decía: “qué atrevida es la ignorancia”.
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Azar
En el análisis que se hace de su trayectoria y propuestas es frecuente la alusión al concepto del azar, lo cual no implica en absoluto un abandono de las formas más abstractas de pensamiento. Pienso en los patrones basados en los números primos que utiliza con frecuencia y como parecen responder a un azar necesario.
Los números y la geometría eran también claves en el arte minimalista, pero en aquel estaba totalmente ausente el cuerpo, que es central en sus propuestas. Contemplo algunas de ellas como una forma de devolver la vida a la geometría, con todas sus imperfecciones (medir cuerpos tiene algo de eso) y con todo el tiempo y esfuerzo físico necesarios: Sol Lewitt proponía combinaciones de rectas (dibujadas o físicas) para sugerir un cubo, mientras que usted recorre, en diversas combinaciones posibles, los cuatro puntos de un cuadrado, que se hace al andar, como otras de sus acciones.
En Autorretrato en el tiempo (1981-2014) también combina las mitades de una serie de retratos de su rostro realizados en intervalos de 5 años. ¿De qué forma responde la fotografía como medio adecuado para esta propuesta?, ¿ayudaría de algún modo a reintroducir el cuerpo (y su devenir) en la formalidad combinatoria?
Cuando decidí hacer esta serie en realidad lo que tenía en mente era la idea del tiempo, ¿qué es el tiempo? Llegué a la conclusión de que, si efectivamente existe, no lo podía percibir más que por las huellas que deja. La cuestión era elegir el soporte adecuado, llegué a la conclusión una vez más que el más eficaz era la fotografía y lo más fácil un rostro, el mío por ejemplo. No pensé en hacer permutaciones, aunque el resultado es efectivamente una combinatoria, si se quiere interpretar así. Este trabajo no era una abstracción, una fórmula, quería que se percibiera claramente la idea de tiempo, de ese tiempo que nos atraviesa y nos cambia. La forma tenía que ser eficaz, por ello pongo siempre las dos fechas debajo de cada mitad de las fotos.
Con respecto a la introducción del cuerpo, en realidad, en la época, muchas artistas empezamos a ‘apropiarnos’ de nuestro cuerpo, pero no solo en nuestro trabajo artístico, utilizándolo como un medio para luchar contra todos los estereotipos que a lo largo de la historia el cuerpo de la mujer había vehiculado. Nuestro cuerpo nos pertenece y por lo tanto lo vamos a utilizar a nuestra manera, sin prejuicios, era una apuesta artística y social apasionante.

Fotografías de performances Estudio F. Lerín.
En el Autorretrato en el espacio (de la nada a la nada) (1987), que es de algún modo complementario del trabajo en curso Autorretrato en el tiempo, se emplea de forma evidente una propiedad específica de la imagen fotográfica: el modo en que el tiempo de exposición afecta a la densidad de la imagen, siendo esta nula (papel blanco) cuando dicho tiempo tiende a cero (a la nada). ¿Pensó esta pieza antes de decidirse a emplear el medio fotográfico o la pensó precisamente a partir de esa posibilidad formal de las fotografías más o menos expuestas?
No, la pensé cuando empecé a hacer el Autorretrato en el tiempo. Se dice siempre que el tiempo y el espacio son las dos caras de la misma moneda, que no pueden disociarse, y por eso decidí hacerla. Está hecha directamente en el laboratorio, controlando el tiempo de exposición del cliché, ¡es fascinante! Una de las cosas que me gusta de esta obra es que algunos de los rostros parecen hechos a lápiz, da la sensación de que son dibujos. Aunque digo siempre que yo no trabajo la foto del interior, sino del exterior, que yo trabajo ‘sobre la foto’, hay algunas excepciones, por ejemplo esta serie y algunas de las series de manos.

Rayograma – collage. 25×30 cm.
Abriendo el foco, desde esos ejemplos hacia la diversidad de sus trabajos fotográficos, me encuentro con una multiplicidad de usos y de significados que no se limitan al recurso de la fotografía como mero documento, tal como suele verse en otras propuestas de arte conceptual o del cuerpo. Encuentro collages de muy diverso tipo, fotografías intervenidas, imágenes en negativo, radiografías e incluso fotogramas realizados sin cámara (entre ellos los de las manos a los que alude). ¿Responden estos usos de la fotografía a una búsqueda de los medios adecuados para materializar los proyectos o es precisamente el medio fotográfico el que le ha sugerido caminos para realizarlos?, ¿piensa antes de la fotografía o piensa con la fotografía?
No pienso nunca en hacer una fotografía y buscar un tema para hacerla, es todo lo contrario, tengo una idea y me pregunto, cuál es la forma de declinarla: foto, objeto, instalación, performance… Pero puede ser también el azar, como en la serie de fotogramas con las manos. Estaba trabajando la idea de las manos, había hecho algunos dibujos hoy perdidos, y cenando en casa de amigos me enseñaron un pequeño laboratorio fotográfico casero que se habían montado y para probarlo decidí poner mis manos bajo el foco. Me gustó la idea e hice unos cuantos fotogramas, luego con el tiempo los trabajé de diferentes maneras, pero nunca más he vuelto a utilizar esta técnica.

Fotografía color – collage. 62×56 cm.
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Absurdo
Confieso que me extraña no encontrar en los textos sobre su trabajo referencias abundantes o claras al cine slapstick, por lo que este tenía de relación entre el cuerpo y el humor, pero también con el absurdo. Centrando de nuevo el hilo de la conversación: la fotografía no atrapa el fluir del tiempo de la performance, pero en esta limitación tiene su virtud, pues la presencia estática y muda de las fotografías, su cierta ambigüedad perpleja, retiene la evidencia de lo absurdo. Se diría que lo absurdo siempre es más evidente que explicable, y que las fotografías pueden presentarlo ante nosotras sin darnos la satisfacción de aclararlo. ¿En qué medida pueden las fotografías retener ese cierto componente de humor absurdo que hay en algunas de sus acciones?… ¿o me equivoco al ver estos ingredientes en su trabajo?
La idea del absurdo, como la del tiempo, está presente en muchos de mis trabajos. Debe ser porque esta sociedad me parece absurda fundamentalmente, y la vida una cosa rara. Como no entiendo casi nada de lo que vivo sola o en sociedad, a veces pienso en las vacunas, inyectar el virus hace reaccionar las defensas y te inmuniza. Bueno, pues es un poco eso, a lo mejor añadir absurdo al absurdo me ayuda a comprender. Siempre me ha interesado Alfred Jarry, Buster Keaton y el teatro del absurdo.
Muchas de mis fotografías pueden percibirse como absurdas y está muy bien. Unas veces el absurdo lo introduzco yo conscientemente, otras viene solo, se presenta como una evidencia y también está muy bien. A veces la falta de lógica aparente o real de una obra puede incitarnos a pensar y reflexionar, llevarnos por caminos que no habíamos nunca imaginado recorrer. Además puede también hacernos reir, “es más fácil hacer llorar que reir”, decía Satie, y por los tiempos que corren… Muchas veces consideramos ‘lógico’ algo que no es más que costumbre, norma, prejuicio. La lógica llevada al extremo puede convertirse en una prisión, el absurdo aviva la imaginación y la fantasía.

Fotografía b/n + objetos. 30×36 cm.
II
Después de reflexionar sobre sus respuestas a las cuestiones planteadas en torno a los tres temas propuestos inicialmente (anarquía, azar y absurdo), propongo un nuevo bloque de preguntas que articularé también sobre un nuevo tema, en este caso lo inesperado. Creo que esta idea nos servirá para trazar vínculos con las preguntas anteriores y conducir la entrevista a un cierto final abierto.
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Lo inesperado
Me parecen muy significativos aquellos reparos de sus amigas a ser fotografiadas cuando conocían que las imágenes iban a ser intervenidas. Frente a ese respeto casi atávico que aún tenemos a las imágenes, su actitud ha sido mucho más desprejuiciada, entrando en el uso de la fotografía sin complejos y haciendo algunos descubrimientos personales. También Diane Arbus decía que cada fotografía que tomaba era mejor o peor de lo que esperaba, pero nunca lo que esperaba. Tanto el pudor de sus amigas como las sorpresas de Arbus parecen hablarnos de que la fotografía, como la performance, tiene ‘vida propia’. ¿Qué aspectos inesperados o extraños ha podido encontrar al ver fotografías de sus performances?, ¿en qué medida dan una tercera vida a la partitura original?
Salvo raras excepciones, no documento mis performances; si alguien hace fotos o videos y me las facilitan encantada, sino… Tal y como yo pienso la performance, las fotografías de una acción dicen muy poco sobre la realidad de esa acción, puede mistificarla, incluso ‘mentir’. Solo pido hacer vídeo o fotos de una acción cuando las necesito para un trabajo que quiero hacer; si hay fotos, muy bien, si no las hay, también muy bien. Pienso que lo más importante de una performance la fotografía no lo recoge, no puede, solo atrapa ‘la piel’ de la acción, su superficie. Esto no quiere decir que esté en contra de la fotografía de performances, en absoluto: los que no han estado presentes puede hacerse una idea de la acción en cuestión a su medida, y ¿por qué no? Es curioso ver cómo se interpretan ciertas acciones a través de la foto… hoy en día en muchos casos se presta más atención a que las fotos sean ‘buenas’ que a la acción en sí.
Puede ocurrir que la foto sea maravillosa y la acción real mucho menos o viceversa. Prefiero viceversa.

Fotografía de performance en Festival A.S.A., Duseldorf (Alemania)
Al referirse a cómo usted y otras artistas comenzaron a usar el cuerpo afirma de forma rotunda “nuestro cuerpo nos pertenece”, algo que todavía es necesario decir en alto, como necesarias pueden ser las prácticas artísticas que recurren al cuerpo sin prejuicios. La necesidad de seguir reivindicando este espacio nunca del todo conquistado adquiere en su caso una concreción muy poderosa: al seguir mostrando fotografías de su cuerpo tras el paso de los años, incluso al decidir de forma explícita repetir acciones pasadas con su cuerpo actual, literalmente presente, está también adoptando una posición política sólida, y nada sencilla. ¿En qué medida la invisibilidad de los cuerpos femeninos modelados por la edad puede ser más cruel que un uso sin prejuicios de las imágenes que los representan?
A ver si entiendo bien la pregunta: primera cuestión: un uso sin prejuicios de las imágenes que representan un cuerpo trabajado por la edad es cruel; segunda cuestión: ¿por qué su invisibilidad puede ser más cruel aún?
No veo por qué en los dos casos hay crueldad, lo que hay simplemente es estupidez y prejuicios socio-culturales generalmente aceptados, que determinan que la mujer tiene que responder a unos cánones estéticos definidos, por supuesto, por los hombres.
Se acepta el desnudo de un cuerpo joven, pero de un cuerpo viejo, ¡ah, eso no!, sobre todo si el cuerpo viejo es el de una vieja. Con relación al Autorretrato en el tiempo, varias veces me han hecho comentarios como “que coraje tienes Esther, mostrar tu envejecimiento”. La primera vez me sorprendió tanto que no entendía, otras veces ante un vídeo de Íntimo y personal hecho en 2014, cuando yo tenía ya 76 años, oía comentarios como “pero que horror, ¿no le da vergüenza?”. El video de 1975 se ha presentado muchas veces, nunca he oído comentarios de este tipo. En los dos casos estaba desnuda y precisamente de lo que se trataba una vez más era de reflejar el paso del tiempo, pero no solo sobre mi rostro sino sobre todo el cuerpo, lo único que ‘chocaba’ es ver a una mujer vieja mostrar su cuerpo, ¡qué osadía!. Lo curioso es que en muchos casos son mujeres (jóvenes y no tan jóvenes) las que se expresan así, ¡hasta qué punto han hecho suyos los prejuicios masculinos sobre el cuerpo de la mujer!
Abundando en la cuestión, que es realmente compleja, veo que en el rechazo a ese tipo de imágenes confluyen dos tipos de tabúes: uno tiene que ver con el tipo de cuerpos femeninos que se considera lícito mostrar (ante la mirada masculina que parece definir el criterio), y el otro tiene que ver con la ocultación de los signos del envejecimiento y la muerte. ¿De qué modo la fotografía nos conecta más directamente que otras formas de representación a la percepción del paso del tiempo?, ¿acaso cuando se trata del tiempo vital nos conecta demasiado?
Cambiamos continuamente, un segundo pasa y ya somos diferentes, pero nuestros ojos no pueden percibir este cambio instantáneo, la foto sí, fija el instante, podría decirse que ‘detiene el tiempo’, y eso es lo que impresiona a veces.

Fotografía b/n montada sobre varillas movibles. 40×50 cm.
Apartémonos de nuevo de la ‘gravedad’: recuperando el tema de los vínculos del absurdo con el humor, añadiría a la observación de Satie que aún más difícil que hacer reír es hacer reír con el pensamiento, y creo que eso es precisamente lo que consiguen algunas de sus propuestas, una risa interna, no siempre expresada, aunque siempre compartida. No solemos reírnos solos, reír es un acto social, pero también transgresor e inesperado, rompe normas establecidas (volvemos a la anarquía), pero también nos une. Algo similar sucede con el juego y con el arte. En conjunto, ¿qué tendría de juego el uso de la fotografía en su trabajo artístico?
No veo la relación con el juego, no me gusta mucho jugar. A veces cuando termino de hacer algunas fotografías, las veo y me divierten, pero curiosamente mientras las hacía no me daba cuenta, al verlas de pronto me salta a los ojos el ridículo, que siempre me interesa, o el humor, que también me interesa, pero nunca he pensado en el aspecto lúdico. Quizás para el espectador es evidente, pero no para mí. Una cosa que me sorprende siempre, por ejemplo, es cuando alguien me da su interpretación de una de mis obras, performances incluidas. A veces me digo “pero de dónde se ha sacado esto”, y más de una vez, reflexionando sobre ello, he llegado a la conclusión que, efectivamente, podía tener razón, han visto en la obra cosas de las cuales yo no era consciente, establecen relaciones que yo no he establecido, pero que eran posibles. Pienso que en el diálogo espectador/obra, el artista, yo en este caso, lo mejor es que desaparezca, que deje el campo libre. Para mi todas las interpretaciones son válidas.
III
Quisiera volver brevemente sobre la relación que se da en algunas de sus obras entre la fotografía, el tiempo y el cuerpo: si la fotografía fija instantes que sabemos ficticios y que no atrapan el fluir del tiempo, tal vez podamos recomponerlo combinando instantes o evidenciado los vacíos entre ellos. Volviendo concretamente sobre Autorretrato en el tiempo, ¿de qué modo podría interpretarse esta obra como una reconstrucción del tiempo a través de la yuxtaposición de los momentos fijados en las fotografías?, ¿qué papel juega el vacío del tiempo no representado entre dos fotografías para hacernos pensar y casi sentir el tiempo de un cuerpo?
A la primera pregunta puedo contestar que, efectivamente, puede interpretarse como una reconstrucción de mi proceso de envejecimiento a través de dos instantes fijados en cada una de las fotografías, puesto que cada una es un collage de dos mitades de mi rostro. En un trabajo de este tipo, este vacío del tiempo no representado al que se refiere es imprescindible, si no existe este vacío, ¿cómo vamos a reconstruir el tiempo? El Tao Te King dice, “es por el vacío [comprendido en muchos sentidos] que las cosas son útiles, si no existiera el vacío del vaso, no podría beber en él”, etc. Creo que es la mejor respuesta que se puede dar a su pregunta. En este caso, es precisamente este ‘vacío del tiempo’ que nos permite ‘entrar’ en la obra, ‘reconstruirla’ a nuestra manera.
En la pregunta respecto de las representaciones fotográficas del cuerpo femenino, la ‘crueldad’ a la que me refería no era tanto la de la imagen como la de los prejuicios estéticos construidos desde la mirada masculina, pero asimilados también por muchas mujeres, como usted misma concluye. Las fotografías no son crueles por sí mismas, lo cruel es el tabú, y por eso me parecen necesarios trabajos como el suyo. Creo que la valentía y el gesto político del mismo residen en actuar a pesar de la censura implícita en el canon, en actuar libremente. ¿Qué relación establecería entre el ejercicio de la libertad estética y la construcción de una identidad autónoma, sea personal o colectiva?
Para mí el arte, además de ser una vía de conocimiento, es, sobre todo, el único espacio de libertad que tengo, los únicos límites son los de mi propia capacidad o incapacidad. Por ello, como es el único espacio en el que me siento libre de hacer todo lo que me pasa por la cabeza y que corresponde a mis preocupaciones personales, sociales y artísticas de cada momento de mi vida, su contenido varía, así como sus formas de expresión. Cuando tengo una idea no pienso nunca al hacer la obra que estoy ejerciendo una ‘libertad estética’, yo no pondría adjetivos a la libertad. Por la cuestión de ‘identidad’, para mi tiene muchas connotaciones problemáticas, sobre todo por los tiempos que corren, afirmar una identidad sirve fundamentalmente para excluir al otro, para estigmatizarlo, pues generalmente son los otros los que te definen. Si es cuestión de identidad, es como con el pasaporte, prefiero tener muchas, tantas que resulte difícil definirme.
*Publicado el 23 de mayo de 2020. LISTA, Enrique, Entrevista a Esther Ferrer: “No transito entre el arte y la vida, ¿cómo separarlos?”, https://e-lur.net/dialogos/esther-ferrer