La performance se entrega todo destino

Boceto de artista

Por Nico Rodríguez Sosa

Una bolsa de alimento para mascotas dice la palabra con P y la foto de un perro adulto salta vigoroso con la lengua afuera mientras mira a cámara. Desde su balcón, Moria Casan busca un puntaje entre la ropa sucia mientras con su lengua karateka grita a su vecina: “tu performance me pareció precaria, no me sucedió nada”. Desde el kiosko de la esquina, habla en la radio unx especialista en Facebook, quien enseña a lograr el éxito publicitario de un emprendimiento atado con alambre y explica que la performance del mismo está determinada por la interacción y el alcance de un “público específico”. En la otra esquina, un cuadrado de gente bailando en el F.I.B.A. se anuncia como performance de jaula bailable ya que, ¡pueden bailar por más de dos horas! La gente exaltada aplaude, mientras les arrojan zapatillas nike y grita desaforadamente con el último tema de daddy yankee. Esto no es todo, del otro lado de la calle muchachxs de cuerpos fornidos con mallas entalladas saltan en una cama elástica y hacen piruetas lanzando polvos de colores, cuando de repente Marta Minujín pasa corriendo por el medio de ellxs (apresurada por terminar su obra duracional de pandemia) transmitiendo en vivo con máscaras, zapatillas de canje y marcadores eddings. Se choca con una bandada de estudiantes de la U.N.A. que aparece con ropas flúor, riéndose a los gritos y hablando solo con palabras con P: ¡para paja pistola! -le dice unx- ¡parto punto pepe, polola pantera pis! (se ríen) ¡pene purista, pito pomada palíndromo pasacalles! -agrega un chiquilín de pelos de colores y siguen parloteando mientras se alejan, se empujan y caminan como bailando (o bailan como caminando): pacú pacú putapario preciso / pimpollo / plato personal purrete paranoica purrete / popó perro popozuda / puto porteño, puto pop, puto porteño palmerita, pan para pitón / marca con el pie unx del grupo imitando un ritmo folklorico. Desde arriba de un edificio, Greco se ríe a carcajadas y les tira con tizas y lxs mea de paradx. La bandada grita (a lo Fan de Wanda) y sale corriendo con celulares en mano y alas mojadas hacia la otra esquina. Parece que la comparsa drag está a punto de hacer su desfile.

Hace unos años la palabra con P está en boca de todxs y no estoy hablando precisamente de la pandemia ni del k-pop. ¿A qué se debe este fenómeno? ¿cuándo la performance creció tanto o es solo una impresión personal y paranoica? Desde el 2015 este arte tildado de rebelde y adolescente tuvo su primera bienal en Argentina, inaugurada por la mismísima santa presencia divina de Marina Abramovic. Seguida por la B17 y la B19, las cuales cosecharon elogios, aplausos pero también desaprobaciones de la escena performera existente y de las otras bienales que la miraron de arriba a abajo diciendo ¿y esta tilinga extranjera quien la conoce? al ritmo de nadie pasa de esta esquina, aquí mandan las divinas.

Luego de estos años, pareciera que la perfo no es solo un término canchero que todxs y nadie sabe qué significa, sino que ha llegado a su adultez. ¡Bienvenida a una vida madura jovenzuela! Parecía ayer cuando dibujabas con tizas las calles, vaciabas matafuegos en las personas y hacías laberintos de colchones. ¡Quién te viera ahora tan consolidada y blanca galería! ¡Si hasta el año pasado tenías que pedir permiso para ir a la Perfuch y bailar de forma cool en la vereda con el último hit de la Prohibida! Mírate ahora, tres Bienales como anillos, miembrx vitalicia del tarifario de artistas visuales y tus propios concursos y subsidios. ¡Hasta el I.N.T. te ha dedicado un premio de “actividades performáticas en entornos virtuales”! ¡Pará un poco loca!

El 2020 y el uso obligado de tanta virtualidad hizo mutar hasta la performance más purista hacia nuevos destinos tecnológicos e impensados: performances multimediales, performances en vivo y en directo, obras transformer por whatsapp, postformance en youtube live para unx espectadorx, obras de teatro performaricas virtuales precarias, videodanzas matrix en zoom y performances políticas en contra y a favor de la viralización de los carpinchos en streaming con cinco países a la vez realizando la misma coreografía ¡y siguen apareciendo como zombies low-tech cayendo del cielo!

¿Cómo aproximarnos a la complejidad actual de las artes performáticas en la Argentina? Para comenzar, creo que esto es imposible desde una sola mirada como el ojo de Sauron. Sería más útil un texto colectivo como un cadáver exquisito sin final. El objetivo de este relato tiene la intención de compartir y reflexionar acerca de ciertas experiencias desde mi conocimiento subjetivo, situado y parcial como artista provincianx en la Ciudad de Buenos Aires. Parece común, aún hoy, generalizar a todo el país desde un lugar tan central y privilegiado. Buenos Aires no es Argentina, como tampoco Buenos Aires, Córdoba y Rosario son el Federalismo. Toda lectura propia será un fragmento como una pieza de rompecabezas -no por eso menos válida- que tiene lugar en un espacio y en un rango de tiempo determinado, los últimos cinco años.

Esquivando toda sentencia taxativa y final, propongo un infantil pan y queso para explorar el ecosistema porteño con P y poder bosquejar algunas ideas acerca de nuestra práctica que ahora es adulta, no sin correr el riesgo de convertirme en esos xadres melancólicos que aún recuerdan a su descendencia desde una mirada infantil, jugando y gritando: ¡antimercantilismo, antiobjetualismo, antielitismo o muerte! cerrándonos la puerta de su habitación en la cara. Este juego intenta dejar de lado definiciones categóricas y manifiestos wannabe Abramovic, en pos de pensar desde las tensiones entre quién pisara a quién. Lo intentaremos.

Pan: nuestra palabra con P desplaza la necesidad externa de una categoría que clausure el sentido de la obra. En vez de esto, nombra, para crear vínculos entre los materiales que intervienen, abriendo posibilidades a obras procesuales y a otros lenguajes singulares posibles. Nombra, para recordar qué elementos había mezclado en este tubo de ensayo, sin esperar resultados. Nombra de forma intuitiva e improductiva, como una jaula abierta. Antes que en la forma, se concentra en comprender su propio procedimiento de investigación, qué fronteras está desplazando (como dice Guillermo Gomez Peña) y qué territorios desconocidos está atravesando. Invoca paciencia por conocer antes que urgencia por normalizar como si fuera un bebé recién nacido en una vidriera. Queso: ¿Si todo es una performance, nada es una performance? Si lx artista la nombra como tal, nadie puede decir que esto o aquello “no es una performance”. Muy siglo XIX y poco constructivo. Sin embargo, ¿este nombramiento no podría reducirse a la vez a algo superfluo y ligero? Como disponer de la vidriera, el bebé y el nombre solo para poder venderlo. Quiero decir, declarar a una obra livianamente una performance, como si fuera una palabra comodín sin historia o como un punto final, ¿no sería banalizar y des-potenciar este lenguaje al cristalizar las fronteras con alambres de púas y un pasacalles que dice “BUSCO UNA FORMA Y UN FINAL”? Abro hilo, no tengo respuestas.

Pan: en mi opinión, la aparición de una Bienal de Performance y la gran visibilidad y variedad de artistas participantes validó y potencia la escena performera como una más de las artes establecidas estos últimos años. Queso: su institucionalización replicó una validación ajena y festivalera que nada tiene que ver con el ecosistema under de performerxs que sucede en la ciudad de Buenos Aires hace muchos años y así también en todo el país.

Pan: el tarifario de artistas visuales estableció valores a pagar para ensayos, acciones y performances sin establecer distinción entre pintura, escultura, instalación, performance y otros formatos. ¡Otro signo de adultez! Queso: las galerías nos siguen llamando para que activemos una muestra o participemos de una exhibición en la que fuimos seleccionadxs (llámese gratis) entre más de ¡doscientos treinta y ocho trabajos! a costas de nuestro bolsillo precarizado con P de… Pan: existen cada vez más redes afectivas de artistas que a través del trabajo colaborativo gestionan plataformas de crecimiento federal, visibilización e (in)formación sobre artes performáticas. Queso: continúan existiendo grupos endogámicos con dinámicas de prestigio que juegan al limbo elitista con una vara, donde la altura depende de cuáles son tus condiciones materiales y tu capital social. Pan: Mi mamá sabe qué es una performance. Queso: Mi mamá no distingue entre lo que hago, la comida para perros y Nacha Guevara.

Pan: si bien las artes performáticas ahora son adultas, no quiere decir que hayan perdido ni su pasión ni su polimorfismo. Desde búsquedas más inmanentes, oníricas y desfachatadas pasando hasta otras más colectivas, festivas, políticas o artivistas, la performance conoce la noche porteña mejor que nadie y tiene un guardarropas lleno para cada ocasión. Desde vestidos veraniegos de gallery days brindando con monjitas de Stella Artois, hasta catsuits engomados con cinturongas para noches negras. Queso: la performance es una drag queen camaleónica que entiende más que nadie sobre la construcción de los géneros y pasa de ser políticamente comprometida, a una parada corta en un encuentro vespertino y ritual, a ser la reina de la escena de lo ínutil. ¡Ojo! digo inútil con alegría, festejando la potencia de lo errante y de lo abyecto, lejos de lógicas esencialistas y teleológicas en esta ciudad-mundo que levantas una baldosa y una señora de Recoleta te pregunta ¿qué significa? Como si, -en vez de tener una vidriera, un nombre y un bebé- invitáramos amigxs a tomar cervezas, ponerle nombres no binarios a la vidriera, disfrazarnos de bebés e invitar al público a sacarse una foto con nosotrxs por $100 como si estuviesen en el trencito de la alegría.

Pan: de repente, reaparece la bandada escénica meada simil fans de Wanda gritando y arrancándose las plumas, preguntándose porque se pasaron tanto tiempo equilibrando el cuadrado negro. Cada vez que la performance aparece impone sus propias reglas, todxs se disputan por ella y se lleva la mirada de todxs. Simula ser la misma, pero se multiplica y encuentra su especificidad y potencia según qué cuerpo la lleva puesta como La cosa en la película de John Carpenter. Cuando la fama la atormenta, se escurre entre quienes reconocen a esta ex jovencita emo ahora influencer de las artes, para volver a su casa y escuchar música experimental en soledad, mientra en su teléfono el club de fans de biodramas y autoficciones unidas llaman sin recibir respuesta.

Queso para terminar, porque dudo haber cumplido algún objetivo específico, salvo unir algunas partes del rompecabezas con saliva (aunque temo decir que eran paisajes distintos). Dejo abierto el juego. No sin antes desear a nuestra madura performance; que la adultez no te pese, no te cristalice, ni te pudra. Que la inocencia te valga y la experiencia te dure. Te deseo que sigas usando tu cuerpo como el único conocimiento posible, que siempre inventes nuevas las reglas del juego (y vos misma las rompas), que tu trabajo sea cada vez más valorado y que vendas obras como algodones de azúcar y burbujas de jabón. Que bailes toda la noche en plataformas de ladrillos y tomes cócteles molotov para que sigas siendo ese campo minado donde putxs, minorías y anormales nos gusta encontrarnos en la oscuridad a encender fósforos. Por último y por favor, nunca salgas en una publicidad de Coca Cola.

 

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