Yoko Ono: la artista negada

Por Roma Vaquero Diaz

Hacía tres días que John Lennon estaba drogado, sin bañarse y sin dormir. Los Beatles se habían tomado un descanso luego de cuatro años de grabaciones, giras y recitales. Lennon no sabía qué hacer con todo ese tiempo libre, cuando un amigo, John Dunbar, lo llamó para invitarlo a la inauguración privada de una exposición que se realizaba en el Indica Gallery de Londres. La exposición se llamaba “Pinturas y objetos inconclusos de Yoko Ono”.

Lennon pensaba que el número nueve era mágico, por eso no es de extrañar que haya sido precisamente un 9 de noviembre de 1966 cuando conoció a Yoko.

El beatle comenzó a recorrer la galería, la exposición era una instalación de instrucciones con objetos cotidianos. Se dirigió al sótano donde se desarrollaba una performance. Allí estaba Yoko, una japonesa pequeña con largo y abultado cabello del color de la noche que caía sobre su espalda hasta rozarle la cintura.

El músico le preguntó dónde era la orgía. Ella, sin decir palabra, le entregó una tarjeta que decía “Respira”. John empezó a jadear pero no impresionó a Yoko. Redoblando la apuesta, pidió a la artista clavar un clavo sobre su pieza “Pintura para clavos y martillo”. Ono respondió que lo dejaría a cambio de cinco monedas. Divertido, John replicó: “Te daré cinco monedas imaginarias y clavaré un clavo imaginario”. Ambos se miraron y sonrieron.

Cuando John y Yoko se conocieron, la artista ya había comenzado a construir su camino en la historia del arte. Nacida el 18 de febrero de 1933 en Tokio, su estudio musical se inició en una escuela para niños con talento, en la cual llegó al nivel de concertista. Fue la primera mujer aceptada en la facultad de Filosofía de la Universidad de Gakushuin, una de las más exclusivas de Japón. Luego de la Segunda Guerra Mundial, se trasladó a Nueva York y asistió al Sarah Lawrence College, donde estudió composición y poesía contemporánea.

En 1960, Yoko efectuó su primera muestra en una galería de la Avenida Madison, cuyo dueño era George Maciunas, uno de los impulsores del arte en vivo, de Fluxus y de los happenings. Ono no sólo siguió trabajando con él, sino que también lo hizo con John Cage y La Monte Young. Al mismo tiempo, presentó varias performances en el Carnegie Recital Hall y en el Village Gate.

En 1964, Yoko publicó Pomelo, un libro de instrucciones donde invita a los lectores a desarrollar un papel activo en el proceso de creación, y realizó la performance Cut Piece, donde sube a un escenario, se sienta y coloca junto a ella unas tijeras. Lxs espectadores eran invitados a cortarle uno a uno los trozos de su ropa y ella permanecía inmutable, ajena a la agresión. Su intención era dar cuenta de la violación del espacio personal de las mujeres.

Su hacer artístico la refleja como mujer libre, guiada por intenciones éticas y estéticas. Su trabajo es conceptual, basado en la conciencia del cuerpo y de lo efímero. Sin embargo, cuando la prensa advirtió que era la compañera de Lennon, la tildaron de “bruja perversa, fea y japonesa”.  En su libro Teoría de la política sexual, Kate Millett procura demostrar que “el sexo es una categoría social impregnada de política”, porque proviene de las costumbres sexuales derivadas del carácter patriarcal de la sociedad fundamentada en relaciones de poder. Por lo cual, a modo de castigo, se corre a Ono de su lugar como artista y se la coloca como “la bruja maldita”, que hechiza al astro rey del rock y separa a los Fabulosos Cuatro. Cuando las mujeres no pueden objetivarse se las coloca en un lugar cuestionable; si no entran en el lugar del sujeto pasivo, se las coloca en el lugar de lo maligno.

John y Yoko, sin salir del plano burgués, tuvieron una relación basada no sólo en el amor, sino también en las posibilidades de la exploración artística y en el activismo social y político. La grabación del disco Dos vírgenes, fue la primera de sus obras colaborativas y su primer encuentro sexual. A partir de ese día nacerían como pareja creativa y amorosa, intentando desdibujar los límites entre vida y arte.

La luna de miel, luego del casamiento el 20 de marzo de 1969, fue una acción activista “Bed- in”, donde se proponían demostrar la indisoluble constitución de lo público a partir de lo íntimo. Si sus nupcias iban a provocar publicidad, que esa publicidad sirviera para cuestionar la guerra de Vietnam y posicionarse en favor de la paz. Ese mismo año producen Rape, un film que efectúa una crítica hacia la cultura del acoso y de la violación.

En sus 13 años juntos concretaron grabaciones de música experimental, cortos en 16 milímetros, performances e instalaciones, además de editar seis discos. Se manifestaron y actuaron a beneficio de Los Panteras Negras, John Sinclair, Angela Davis, Michael X y los Siete de Chicago, el movimiento de liberación gay y el movimiento de mujeres.

Al día de hoy, el odio machista y racista hacia Yoko Ono no disminuyó. Ser mujer, japonesa y artista de vanguardia la dejó en el lugar de lo otro, lo oscuro y lo maligno. El amor entre Yoko Ono y John Lennon se construyó a partir de sus inquietudes artísticas, la experimentación y la creación, siempre en busca de la libertad y la igualdad. Yoko sigue creando y haciendo historia en el arte, se la reconozca o no.

 

Publicado en Revista Sudestada. Edición número 144 – Página p.p. 6 – 7. Septiembre- octubre de 2016

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